lunes, 21 de junio de 2010

Plantas Sagradas o Enteógenas", José López



"Plantas Sagradas o Enteógenas"




Hasta donde se sabe, el hombre comenzó a usar las plantas enteógenas desde que prácticamente inició su vida en sociedades organizadas, es decir hace unos diez mil años aproximadamente. Su uso aparece registrado en casi todas las grandes culturas del planeta a lo largo de la historia en innumerables ejemplos artísticos, religiosos o filosóficos. 

Los mayas usaron los hongos psilocibes, el peyote y el olioluqui; los Incas la ayahuasca; los egipcios, el loto azul y la mandrágora; los griegos, el cornezuelo del centeno; los hindúes, el cannabis y la datuta; y así podríamos relacionar a cada cultura con una planta enteógena. 


La finalidad del consumo de plantas enteógenas o de sus respectivos alcaloides es conseguir determinadas alteraciones de la conciencia. Esta modificación de la conciencia generalmente se ha orientado a la sanación, la adivinación, la exploración del mundo invisible o de la conexión con el mundo espiritual o divino.

Esta experiencia de conciencia expandida implica una serie de modificaciones perceptivas en todos los niveles de nuestro ser. Se produce tanto en el nivel físico como en el nivel energético, emocional, mental y espiritual, dependiendo del contexto en el que son ingeridas, la cantidad administrada así como el control ceremonial que ejerce el chamán o sacerdote.

Las plantas sagradas son conocidas con otros nombres: plantas alucinógenas, plantas psicodélicas, plantas psicomiméticas, plantas de poder, plantas visionarias, plantas maestras, plantas de los dioses, plantas mágicas, plantas de luz o plantas enteógenas, dependiendo según en que contexto o cultura son utilizadas.

Personalmente creo que la palabra "enteógeno" es la definición más acertada ya que, el uso más extendido en la mayoría de culturas es el de experimentar una comunión con lo divino o nivel más profundo y trascendente de uno mismo. Es un neologismo acuñado en el año 1979 por un equipo de investigadores formado por Robert Gordon WassonJonathan OttAlbert Hofmann y Carl A. P. Ruck. Proviene de la raíz griega theos (dios), el prefijo en (dentro) y el sufijo gen (que despierta o genera), y que por tanto viene a significar: "el que genera dios en mí" o "revela mi dios interior".


© Copyright 2005-2006, José López.

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