sábado, 13 de noviembre de 2010

La Creencia de que el Mundo fue creado a través de la Música en los Mitos y Leyendas Populares


Diosa solar japonesa Amaterasu.
LA CREENCIA DE QUE EL MUNDO FUE CREADO A TRAVES DE LA MÚSICA EN LOS MITOS Y LEYENDAS POPULARES 
Por Joachim Ernst Berendt

"Hafiz, uno de los grandes poetas de la antigua Persia, cuenta la leyenda siguiente: “Dios hizo una estatua de barro. Moldeó el barro a su semejanza. Quería insuflar alma a esta estatua. Pero el alma no se dejaba atrapar. Pues reside en su naturaleza el deseo de ser volátil y libre. No quiere estar limitada ni atada. El cuerpo es una prisión, y el alma no quiere entrar en esa prisión. Entonces Dios pidió a sus ángeles que tocaran música. Y al tocar los ángeles, el alma se sintió extasiada. Quería experimentar la música de un modo más directo y claro, y por eso entró al cuerpo. Hafiz dice así: “La gente dice que el alma, al escuchar esta canción, entró al cuerpo. Pero en realidad el alma misma es la canción".


 "Esta es -según el sufi  Hasrat Inayat Jan- una leyenda maravillosa. Pero resulta aún más maravilloso lo que significa. Pues ella nos explica dos leyes. Una de ellas reside en que el alma es libre por naturaleza y la tragedia de la vida es la presencia de esa libertad. La otra significación de la antigua leyenda persa radica en que la única razón por la cual el alma penetró en el cuerpo de barro y materia muerta fue, precisamente, porque quería experimentar la música de la vida”. Siempre descubrimos una cosa: el lenguaje  ¨sabe¨ más que los que lo hablan. Las dos primeras oraciones de la leyenda del sabio poeta Hafiz dicen así:
  
Dios hizo una estatua de barro.

Moldeó el barro a su semejanza. 

Aquí volvemos a encontrar la palabra ¨Ton¨ (tono, barro) en sus múltiples acepciones.
El alfarero moldea el barro (Ton) y surge una estatua. El músico moldea el tono (Ton) y surge la música. Dios moldea el tono o el barro (Ton) y surge el mundo. En cada caso es el “Ton” la materia primitiva, el componente primitivo de lo que llamamos creación: tensión primitiva. De nuevo: el griego tovos, que significa también: tensión. En un principio fue el tono. El tono como logos. Ya hemos hablado sobre ello: El ¨hágase¨ de Dios al principio de la historia judeo-cristiana de la creación fue una vez, en primera instancia, tono y sonido. Los sufis, los místicos del Islam, saben que Dios creó al mundo a partir del sonido. Sagas y mitos, leyendas y cuentos donde el mundo se inició como sonido existen en muchos pueblos de la Tierra.

En Egipto era el “Sol cantante”, quien creó al mundo por medio de su ¨grito de luz¨. En un antiguo texto egipcio dice que fue ¨la lengua del creador¨ la que dio vida a “todos los dioses y a todo lo que existe. . . Atum y todo lo divino se automanifiestan en el pensamiento del corazón y en el sonido de la lengua. Resulta concluyente el hecho de que en la escritura jeroglífica egipcia el signo de “lengua” signifique también palabra”. La lengua es la que forma el sonido que, a su vez, porta la palabra.  Según otra tradición egipcia, fue Thot, el Dios de la Palabra y la escritura, de la Danza y de la Música, quien creó el mundo por medio de su  ¨risueña palabra¨, repetida siete veces¨. (1)

     Ya iniciamos el regreso hacia los poderes sagrados de la música. Ahora, Berendt nos ampliará su investigación hacia el lugar de la música en algunas creencias religiosas africanas e hindúes, e incluso en el Timeo de Platón: 

      ¨En casi todos los pueblos del mundo, la música y lo divino se hallan en estrecha relación. Muchas ragas (las escalas de la música india) poseen un sentido religioso; algunos están referidos exactamente a determinados dioses y sus reencarnaciones. De modo similar ocurre con los ritmos de la mayoría de las culturas africanas como la de los yorubas de Africa Occidental, cuyos rituales siguen vigentes en los cultos de la rnacumba y el candomblé, difundidos en Brasil. Su música se ha convertido en la base de los ritmos del carnaval y del samba brasileños. Todavía hoy muchos bateristas y percusionistas brasileños saben cuáles ritmos ¨pertenecen¨ a qué ¨Dios¨. Ellos emplean esta expresión: el ritmo ¨pertenece¨ al dios. A mediados de los años sesenta, cuando hice algunas grabaciones con los percusionistas brasileños Rubens y Georghingho, de pronto empezaron los dos, cada uno con un ritmo diferente, a invocar el timbre del dios que querían conjurar con cada ritmo en partícular. Primero fue Changó. el gran dios del Trueno y la Guerra, el Wodan del cielo yoruba; después Nana, la diosa del Amor (cuyo nombre fue pronunciado con particular delicadeza por Georghingho); a continuación, Ochún, el dios de las Hierbas y el Bosque, y finalmente, Omulu, el dios de los Enfermos. Me asusté por la intensidad con que lo hicieron. 

  ¨En la India, Prayapati, el dios vedista de la Creación, es él mismo himno y canción. ¨Los ritmos -según se dice- son sus miembros¨, es decir, son los miembros del dios que ha creado el mundo. Los primeros sacrificios y los primeros dioses fueron metros, y hasta los siete patriarcas de la humanidad fueron ritmos. En los Upanishads de Aritreya, los ritmos son comparados con caballos: Así como se viaja sobre la Tierra con caballos y bueyes para llegar a una meta, de igual modo se necesitan ritmos y métrica para alcanzar los confines celestiales. Acerca del dios Brahma se dice: ¨Meditó cien mil años, y el resultado de su meditación fue la creación del sonido y la musica.¨ Por tanto, el primer acto creativo fue la creación del sonido. Todo lo demás ocurrió a continuacion y gracias a él. 

 En el Timeo, el famoso diálogo de Platón, se dice que el creador del mundo compuso el alma universal -lo que en Platón significa la idea del cosmos- de acuerdo a proporciones y series numéricas musicales. Y Orfeo, el bardo divino que era también dios, pudo incluso, con su música, vaciar en moldes la materia informe (y el molde, la forma, significa para los griegos la belleza conformada). 

En la imaginación de muchos pueblos de la Tierra fue Dios, o varios dioses, los que crearon originalmente la música, que de un modo u otro dieron a conocer al hombre, generalmente a través de un intermediario particularmente agraciado. Para la tribu africana de los ibuzos, en Nigeria, este intermediario fue un cantor llamado Orgardié. Una vez se había perdido en el bosque y escuchó los sonidos de la música de los espíritus y dioses de los árboles de la selva. Hacían música con los gajos y las ramas, con los troncos, con cañas y hierbas, con la fronda y las lianas. Orgardié se escondió para escuchar; trató de no olvidarse de nada y llevó este conocimiento a su aldea. Según el relato de un viejo monje brahmánico, Theo Meier y Ernst Schlager escribieron la siguiente leyenda balinesa: ¨Una vez estaba sentado el dios Shiva en a montaña Mahameru... De pronto escuchó en la lejanía dulces  tonos como  jamás antes había escuchado. Llamó a su lado al sabio Narada para enviarlo a las ermitas del Himalaya con la misión de  investigar de dónde procedían esos tonos. Narada se puso en camino y, finalmente, llegó a la ermita del sabio Dereda. Allí sonaban los tonos con más fuerza. Entró. El ermitaño le explicó que, de hecho, esos tonos maravillosos tenían su      origen en el terreno donde se hallaban. La ermita estaba rodeada por un      bosque de bambú. Él había perforado y ligado las cañas de bambú. Cuando  el viento pasaba por los agujeros, resonaban los tonos más disimiles. Había quedado tan maravillado de su descubrimiento, que afirmó a un árbol toda una serie de cañas de bambú, como si fuera un sunari -un instrumento semejante a un arpa eólica-, con el único fin de producir constantemente un hermoso sonido¨.

  ¨Narada retornó al lado del dios Shiva y le informó lo que había visto. Shiva  decidió, entonces, que ese instrumento de bambú sería la base de la música en Bali. Con ella se daría a los hombres la posibilidad de honrar a los dioses y de regocijarlos de un nuevo modo. Y eso lo saben los sacerdotes balineses. Y mientras antes la música era caótica, ahora fue regida por un sistema de orden gracias al dios Shiva.¨ (2)

     En  la mitología japonesa, el sol, a diferencia de otras mitologías, es femenino. La diosa sol japonesa esAmaterasu. La antigua estirpe imperial del Imperio del Sol Naciente se creía descendiente de aquella diosa. Aquí, Amaterasu es recordada por Berendt en una de sus principales leyendas que la relacionan con el poder creador de la música. Y luego, el autor que estamos acompañando, también recupera la historia de monje taoísta Han Yi y la del maestro sufí Hazrat Inayat Jan:  

 ¨Una leyenda particularmente emocionante acerca de la creación del nundo a través del sonido y la música proviene de Japón. ¨En un principio reinaban las tinieblas. Amaterasu, la diosa del sol, no reinaba todavía en el cielo. Vivía en una caverna. El mundo era frío, inhospitalario y estaba sin vida. Entonces la diosa tomó seis arcos enormes, los reunió y creó así la primera arpa. En ella tocaba hermosas melodías. Atraida por esa música, apareció la encantadora ninfa Ameno-Uzume. Entusiasmada con sus melodías, comenzó a danzar y,finalmente, también a cantar. La diosa solar Amaterasu quiso escuchar mejor la música que venía desde la lejanía. Por eso se asomó a la entrada de su caverna y, en ese mismo instante, la luz alumbró el mundo. El sol se hizo visible y sensible. Flores, plantas y árboles comenzaron a desarrollarse. Los peces y pájaros, los animales y los hombres pisaron la Tierra llena de luz. Pero los dioses acordaron desde entonces cultivar el canto y la danza, para que la diosa del Sol no retornara jamás a su caverna. Ellos sabían que si bien la vida se había iniciado gracias al Sol, sin embargo, sin la música de los seis grandes arcos en forma de arpa y sin el canto de la ninfa Ameno-Uzume jamás habría abandonado la diosa del Sol, Amaterasu, su trono celestial. Se habría quedado eternamente en su cueva. Y, por esta razón, fue que el sonido, que era música y danza, comenzó el mundo.

  Como Dios creó el mundo a partir del sonido y como el sonido y la música fueron dados a los hombres por los dioses, será siempre la música, en sus sonidos, donde el hombre encontrará la clave de la voluntad de la divinidad y de los de la creación. En China, existe la historia del gran  taoísta Huan Yi, quien no sólo fue un sabio iluminado, sino también un maravilloso flautista. Un dignatario taoísta se enteró de que Huan Yi se encontraba de viaje por las cercanías y envió un mensajero con la petición de que viniera a verlo para compartir con él su sabiduría. Entonces ¨Huan Yi descendió de su vehículo, se sentó en una silla y tocó tres veces la flauta. A continuación volvió a subir al coche y partió¨. Los dos no intercambiaron palabra alguna, pero el dignatario -según narra la tradición- se convirtió en un sabio a partir de entonces.

También existe  una versión budista zenista de esta historia. Al regresar de China, Kakúa - uno de los antiguos pioneros del budismo zen en Japón -, el emperador le pidió que le contara acerca de toda la sabiduría que había acumulado en China. Kakúa extrajo su shakuhachi -una flauta de bambú-, interpretó una melodía, se inclinó cortésmente y se marchó. Pero el emperador había conocido lo que quería saber. 

  ¨En el Islam existen ciertas ceremonias rituales donde no se permite la música. El sufi Hazrat Inayat Jan narra un acontecimiento maravilloso de la vida del santo Khawaja de Ajmir. Un día el santo fue visitado por Khwaja Abdul Kadr Gilani, también un gran maestro, de ideas muy avanzadas, que viajaba de Bagdad a Ajmir. El santo respetaba con mucha exactitud las normas religiosas, y su huésped quería respetarlas también. Por eso renunció a su práctica musical diaria. Sin embargo, no pudo renunciar a la meditación cotidiana. Así, al arribar a  la hora de meditar, la música resonó por si misma, y toda la corte escuchó. Lo mismo ocurrió en los días siguientes. Kadr Gilani no tocó ni una sola vez su instrumento, pero cada vez que comenzaba a meditar, sonaba la música. Entonces, decía Hazrat Inayat Jan comentando la historia: ¨La música es meditación. Y la meditación es música. Y la inspiración que encontramos en la meditación, la  podemos experimentar también en la música¨. 

     ¨Resulta similar otra historia contada también por el sufí Hazrat Inayat Jan: ¨Un día, el emperador Akhbar, el gran jefe mogol, dijo a su músico cortesano Tansen, no menos famoso que él: 'Dime, oh gran maestro, ¿quién fue el que te enseñó?'. Le respondió: 'Majestad, mi maestro es un gran músico; aun más que eso: no puedo llamarlo 'músico', tengo que decirle música'. El emperador siguió preguntando: '¿Puedo escucharlo cantar?'. Tansen respondió: 'Quizá, lo intentaré. Pero usted no puede pensar en hacerlo llamar a la corte'. '¿Puedo ir a donde está?'. El músico dijo: 'Incluso su orgullo puede rebelarse si llega a pensar que tiene que cantar ante un rey'. 'Entonces puedo ir como tu criado'. 'Si, entonces existirá una esperanza', opinó Tansen' . De este modo, los dos subieron hasta el Himalaya, hasta las altas cumbres donde el santo tenía su templo en una cueva, viviendo en armonía con el infinito, en medio de la naturaleza. Cuando llegaron, el músico iba a lomo de un caballo, mientras Akhbar iba a pie. El santo vio que el emperador se había humillado para escuchar su música y  aceptó cantar para él. Su canto era inmenso. Parecía como si todos los árboles y plantas del bosque vibraran; era el canto del Universo. La profunda impresióit que causó en Akhbar y Tansen fue algo que no pudieron soportar; cayeron en un estado de paz e inspiración. Cuando aún se hallaban en ese estado, el maestro abandonó la cueva. Al abrir sus ojos, ya no estaba. El emperador dijo: '¡Qué milagro tan extraño! ¿A dónde ha ido el maestro?'. Tansen respondió: 'Jamás volverá a encontrarlo en esta cueva. Pues cuando una persona lo ha disfrutado una vez, entonces trata de seguirlo aunque le cueste la vida. Él es más grande que todo lo demás de la vida'. Una vez que hubieron retornado a casa, el emperador le preguntó al músico: 'Dime, ¿qué raga (serie tonal, tema musical) fue el que cantó el maestro?'. Tansen le dijo el nombre del raga y lo cantó para él, pero el emperador no se sintió satisfecho. 'Si, es la misma música, pero no el mismo espíritu. ¿Por qué sucede eso?'  Tansen respondió: 'La razón está en que yo canto para ti, el emperador de este país, mientras que mi maestro cantó para Dios. Esa es la diferencia'.¨ (3) 

   Alexandra David-Neel fue una famosa viajera, una de las primeras en explorar la región del Tibet. Allí, recorrió multitud de templos y conoció a muchos monjes. Algunos de ellos sabios. Como el caso del llamado 'maestro del tono':

  ¨Se le daba el nombre de 'maestro del tono' a un sabio anciano, que Alexandra David- Neel halló en un apartado monasterio, en algún lugar de la frontera chino-tibetana del Himalaya.  En un templo de este monasterio, el maestro-que llevaba el nombre de Bonpo-tocaba un tshang, el primitivo tantán tibetano, con sus bordes curvados hacia arriba. De pronto retumbó un sonido subterráneo, similar a un grito desconcertante, por todo el salón. Los campesinos presentes y los acompañantes de los viajeros europeos gritaron despavoridos, y ni uno solo de ellos dudó de haber visto una serpiente de fuego: “la serpiente salió del tshang, cuando el lama lo golpeó”, dijo uno de ellos, confirmando los demás sus palabras. A continuación el lama explicó a los viajeros: “Soy el maestro del tono. A través del tono puedo matar a los vivos y despertar a los muertos...Todos los seres, todas las cosas que incluso aparecen sin vida, dan tonos. Cada ser y cada cosa aporta un tono especial, uno que le es particular. No obstante, este tono se transforma según los diferentes estados por lo que atraviesa el ser o la cosa que lo produce. ¿Cómo? Los seres y las cosas son conglomerados de pequeñísimas partículas que bailan y producen los tonos con sus movimientos. Las enseñanzas dicen: En un principio fue el viento. 

Con sus remolinos formó los gjatams, las formas primitivas y el origen del mundo. Este viento sonaba y así fue que el tono formó la materia. A través de los tonos de estos primeros gjatams, surgieron otras formas que, a su vez, con la fuerza de sus tonos, produjeron nuevas formas. Y esto no es simplemente un cuento de épocas lejanas, sino que sigue siendo así. El tono produce todas las formas y seres. Vivimos por el tono.¨ (4) 

  Tolkien y Michael Ende son dos de los máximos creadores de mundos fantásticos. Para ambos, la música posee una resonancia esencial; para ambos, lo musical es una vibratoria raíz creadora. Así lo confirma Berendt: 

 ¨Tanto en Tolkien-en el Silmarillion- como en Ende  -en Mono-, existen pasajes centrales donde el sonido desempeña un papel decisivo. En Tolkien, en las primeras páginas de su mito acerca del Silmarillion, el mundo comienza con una ¨canción¨. Cuando el patriarca Ilúvatar señala a los ainures -elfos y ancestros de los hombres- los ¨claros campos¨ del ¨vacío¨ donde ellos deberán vivir, dice:

-¡Mirad, esta es vuestra canción...! A partir del tema que os señalo, haced ahora en armonía y juntos una Gran Música. Y como os he insuflado con la Llama Inapagable, mostrad vuestras fuerzas y ejecutad este tema, cada uno según su arte y saber, tal como le plaza. Pero yo deseo sentarme a escuchar, para regocijarme de que a través de vosotros semejante belleza se ha convertido en canto.

  ¨Entonces las voces de los ainures comenzaron a resonar como arpas y laúdes, como flautas y trompetas, corno violines y órganos, e hicieron del tema de Ilúvatar una gran música. Y un sonido se desprendió de las melodías que se tocaban sin poner fin, entrelazándose armónicamente, y se perdió en las alturas y en las profundidades, más allá de cualquier oído, y los espacios donde habitaba Iluvatar rebosaron, y la música y su eco resonaron en el vacío, que ya no siguió estando vacío. Desde entonces, nunca más los ainures volvieron a tocar una música como esta. Sin embargo, se dice que una más hermosa deberá sonar ante llúvatar después del fin de los días, hecha por los coros de ainures y por los hijos de llúvatar. Entonces, los temas de Ilúvatar serán interpretados correctamente, obteniendo su exístencía en el momento en que suenen, porque todos serán comprendidos por completo, lo cual es intención de Ilúvatar, y cada uno sabrá lo que sabe cada cual, e Ilúvatar dará a sus pensamientos el fuego secreto, y él tendra su complacencia.¨

 También el mal se manifiesta en Tolkien de manera musical. Incluso es la disonancia musical la que crea la disonancia de la creación:

¨Pero ahora estaba sentado Ilúvatar y escuchaba; durante largo tiempo le pareció bien, pues la música no tenía errores. Pero al seguir el tema, a Melkor se le ocurrió entremezclar tonos que él mismo se había imaginado y que no concordaban con el tema de Ilúvatar, pues él aspiraba a obtener más brilló y poder para la voz que se le había encomendado...

¨Muchos de estos pensamientos fueron entrelazados por él en su canción y la disonancia creció a su alrededor, y muchos de los que cantaban cerca de él se pusieron de mal humor. Sus pensamientos divagaron y el canto tuvo tropiezos; algunos comenzaron a entonarlo y se apartaron de su primera idea. Así la disonancia de Melkor se fue extendiendo, y las melodías que antes se escuchaban se hundieron en un mar de tonos confusos. Pero Ilúvatar seguía sentado y escuchaba, hasta que le pareció que una tormenta de aguas turbias batía contra su trono, guerreando entre sí con odio infinito, irreconciliable¨. 

En Momo aparece la hermosa historia del ¨péndulo estelar¨, que crea sin cesar nuevos brotes, capullos y flores, cada vez más hermosos con cada golpe de péndulo. Pero lo que, en realidad, impulsa al ¨péndulo estelar¨ y a la ¨columnna luminosa¨, que brilla desde la cúpula de la bóveda celestial es un sonido:

¨Al principio fue como un murmullo, como el del viento, que se oye lejano sobre las copas de los árboles. Pero entonces el bramido se hizo más poderoso, hasta semejarse a una cascada o al tronar de las olas marinas contra una costa rocosa.

¨Y Momo sentía cada vez con mayor claridad este estrépito compuesto por innumerables  sonidos, que se reordenaban sin cesar, transformándose y formando contantemente otras armonías. Era música y, sin embargo, era otra cosa al mismo tiempo. Y de pronto, Momo la reconoció: Era la música que a veces había escuchado muy baja y como desde una lejanía, cuando escuchaba el silencio bajo el cielo cuajado de estrellas refulgentes.

¨Pero ahora los sonidos se hacían más claros y radiantes. Momo íntuyó que esta luz sonora era la que producía y formaba cada una de las flores, con una forma diferente, cada vez única e irreproducible, desde las proltndidades de las oscuras aguas.

¨Mientras más tiempo escuchaba, más claramente podía diferenciar las voces. Pero no eran voces humanas las que sonaban, sino que sonaban como si el oro, la plata y todos los demás metales cantaran. Y entonces salieror, imediatamente detrás, voces de otra clase, voces procedentes de lugares remotos inimaginables, con una potencia indescriptible. Cada vez se hacían más claras, por lo que Momo iba pudiendo escuchar las palabras, las palabras de un lenguaje que nunca antes había oído y que, sin embargo, entendía. Eran el Sol y la Luna, los planetas y todas las estrellas, que revelaban su propio nombre, el real. Y en estos nombres estaba encerrado lo que hacían y como todos se interrelacionaban para crear y volver a dejar marchitar cada una de estas flores-hora.

  ¨Y de repente Momo comprendió que todas esas palabras estaban dirigidas a ella. El mundo entero, hasta las estrellas más lejanas, se habia vuelto hacia ella, como un gran rostro único, inimaginable, que la observaba y le  hablaba.¨ (5)

   Y, así, nuevamente podemos escuchar un sonido primordial mediante el que los dioses imaginaban la materia, el espacio y los colores. De ahí que la música sea también alabanza divina;  melódica, honda y sonora veneración:  

¨Como Dios creó el mundo a través del sonido, por eso toda la música se remonta a Dios y a los dioses. Por esta razón, toda la música es -en primera instancia- una loa a Dios. Este pensamiento impregna también todas las concepciones musicales de los pueblos de la Tierra.

 La antigua mitología india dice que “el carro del Sol tiene una lanza compuesta sólo por cantos de alabanza”. Y en el Rigveda de la antigua India se reúnen los ritmos primitivos y los sonidos primitivos en un canto de alabanza arrebatador, que impulsa a la creación a crecer y desarrollarse. El cantor que ha resumido en palabras este pensamiento de la forma más hermosa es el salmista, que se encuentra en losde la poesía -!y la música!- judía y cristiana. Hace mil años compuso en los cuatro últimos cantos de los Salmos -del 147 a 150- los siguientes versos, que han inspirado a los músicos y compositores a través de los siglos -desde Juan Sebastián Bach hasta Duke Ellington-  a poner en rnúsica cantos de loor, alabanza y agradecimiento: 

¨Cantad a Yavé un canto nuevo...
Alaben su nombre con la danza, 
toquen para él el arpa y la cítara..
Alabad a Yavé en su santuario, 
alabadlo en su augusto firmamento, 
alabadlo por sus grandes maravillas, 
alabadlo por su inmensa majestad.
Alabadlo con  sonido de corneta, 
alabadlo con cítara y con arpa, 
alabadlo con danza y con tambor, 
alabadlo con cuerdas y con flautas, alabadlo con címbalos sonoros.¨(6) (*)
                                                  
*) Fuente: Todas las citas proceden de ¨Los mitos y leyendas afirmaron siempre que Dios creó al mundo a partir del sonido¨, en Nada Brahma. Dios es sonido., de Joachim Ernst Berendt, ed. Abril.

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